La capital finlandesa: Helsinki
Llegamos a Helsinki sobre las 9:30h, cogimos el tren “P-train” que conecta el aeropuerto en Vaanta con el centro de la ciudad de Helsinki (5,50€) y desde la estación central cogimos el tranvía número 9 (3,20€) para ir a dejar las maletas al puerto de ferries, donde por la tarde tomaríamos el ferry hacia Estonia. Por lo visto, hay dos Terminales diferentes de la compañía Tallink Silja Line, y claramente nos equivocamos y fuímos a la que sólo salían hacia Estocolmo, así que tuvimos que dar media vuelta e ir hacia la Terminal West, donde salen los ferries hacia Tallin. Allí dejamos las maletas en la consigna todo el día (4€) hasta la salida del ferry.
Al lado de la Terminal West, estaba la curiosa estatua de Bad Bad Boy, una especie de hombre haciendo pis. Nosotros la encontramos allí, pero creemos que la van moviendo por la ciudad.
Desde el puerto decidimos seguir nuestra visita ya andando. Lo primero que nos sorprendió, después del día caluroso en Copenhague, fue que allí sí hiciera frío, aunque claramente es algo normal en Finlandia. El cielo estaba muy gris y soplaba un viento helado, así que el frío se notaba aún mas. Por suerte por la tarde salió el Sol y pudimos disfrutar un poco más de la ciudad, incluso en manga corta.
Hasta el centro, tardamos unos 20 minutos, siguiendo el paseo del puerto, pasamos por el lado del mercadillo de Hietalahti y luego nos adentramos por Punavuorenkatu hacia la ciudad. De camino nos encontramos con la Iglesia de San Juan (Johanneksen kirkko), una iglesia luterana de ladrillo con dos largas torres verdes.
Continuamos un poco por Korkeavuorenkatu y nos digirimos hacia el puerto para llegar a la zona de Kauppatori (Plaza del Mercado), donde hay paraditas de souvenirs y comida. Dimos una vuelta y decidimos comer allí, ya que aunque podría parecer muy turístico, estaba bien de precio. Dos platos combinados de gambas fritas, patatas y brocoli, con pan, bebida y café nos costo unos 10€ por persona.
Desde este puerto salen los ferries y barcos turísticos hacia la isla fortaleza de Suomenlinna (o Sveaborg), que como sólo estuvimos un día no tuvimos tiempo de ver, pero si volvemos a Helsinki nos gustaría visitar.
Muy cerca de allí, continuando por el puerto hacía la península de Katajanokka, poco después de pasar por delante de la Oficina del Presidente, se encuentra sobre la colina la Catedral Uspenski, el principal templo ortodoxo de Helsinki, y considerado el más grande de la Europa Occidental. La Catedral es muy llamativa por su color marronoso y sus tejados verdes.
Desde la Catedral ortodoxa se puede ver unas buenas vistas de la ciudad y hacía la derecha se divisa la otra Catedral de Helsinki (Helsingin tuomiokirkko), la luterana. Decidimos ir hacia allí volviendo por las paraditas de Kauppatori para de esta manera poder ver la fuente con la estatua de Havis Amanda, una fuente muy pequeña, difícil de ver si hay mucha gente.
Girando a la derecha por Unionkatu, se llega a la gran plaza del Senado (Senaatintori). En ambos lados de la plaza hay edificios importantes de la ciudad como el Palacio del Consejo de Estado y la Universidad de Helsinki, en el medio de la plaza la estatua de Alejandro II de Rusia, y al norte unas enormes escalinatas llevan a la Catedral Luterana, una catedral blanca y muy grande con una columnata y frontón de estilo clasicista en los cuatro lados. Las escalinatas que conducen a la Catedral son un lugar perfecto para descansar y observar el movimiento por la plaza, si el Sol no apreta mucho.
Volvimos de nuevo hacia la fuente de Havis Amanda para subir por Esplanadi, un paseo ajardinado con árboles y césped en ambos lados que va hacia el centro de la ciudad. Al principio del paseo está el actual Kappeli, un bar que data de 1867, y a lo largo del paseo, se pueden encontrar varias estatuas de notables finlandeses.
Al final de Esplanadi, se encuentra el Teatro Sueco de Finlandia (Svenska Teatern), y tras pasar por el lado, tomamos la avenida Mannerheimintie. En el primer cruce hay la Estatua de los Tres Forjadores, junto a la Casa de Comercio, y en el siguiente cruce hacia la derecha queda la Estación de Trenes de Helsinki, por la que llegamos desde el Aeropuerto.
Tras llegar a la estatua ecuestre de Mannerheim, presidente de Finlandia entre 1944 y 1946, cruzamos la calle hacia el centro comercial Kamppi Center para dirigirnos hacia la iglesia de Temppeliaukio antes de tener que volver hacia el puerto para tomar el ferry a Tallin.
La iglesia está un poco más alejada pero por el camino es interesante ver la arquitectura finlandesa. De camino pasamos por delante del Museo de Arte de Helsinki, donde antiguamente se jugaba a tenis. Al llegar a la calle Fredrikinkatu, hacia la derecha, se ve la cúpula de la iglesia sobresaliente sobre un montículo de roca.
En unos cinco minutos se llega a la iglesia, y la verdad es que sorprende porque esta enterrada en la roca y sólo por su cúpula entra luz natural. La iglesia tiene un gran órgano en la parte izquierda y es muy usada para conciertos ya que las rocas le dan una acústica muy buena.
Bajando ya hacia el puerto, a medio camino entre la Iglesia de Temppeliaukio y la estación de trenes, está el edificio del Parlamento de Finlandia (Eduskuntatalo), datado de 1923. Bajamos hasta allí, pero por desgracia estaba todo tapado porque lo están restructruando. Aún así, se puede ver que es un edifico colosal.
Para volver al puerto, podíamos ir como por la mañana en tranvía, pero como aún teníamos tiempo, decidimos volver tranquilamente caminando por la calle Kalevankatu para ver un poco más de la ciudad.
Llegamos al puerto, recogimos nuestras maletas y subimos a la sala de espera para luego embarcar en el ferry.
Helsinki, de entrada nos pareció una ciudad gris y no muy bonita, quizá por el mal tiempo que hacía o porque empezamos a visitarla por un barrio residencial sin más. Pero a medida que ibamos viendo la parte del centro, y ya con el Sol, nuestra imagen de la ciudad cambió un poco. Quizá volvamos para ver algunas cosas que con un día no nos dió tiempo ver, como la isla de Suomenlinna, o para hacer escala de camino a otras ciudades del norte como Tampere o Rovaniemi, y quizá, nuestra opinión sobre Helsinki mejore un poco. Aún así, como siempre, no dejamos de recomendarla porque cada visita es diferente y cada ciudad merece ser vista en algún momento.
Un comentario en «La capital finlandesa: Helsinki»
Creo que iré a Helsinki. Me ha entrado el gusanillo. Lo explicáis muy bien.